viernes, 23 de noviembre de 2012

2012 - La odisea del negligee




 La odisea del negligee

Negligee – Del francés... como al descuido.
 
Es estos días surgió la posibilidad de tener un interesante encuentro con un amigo, aún no se como pueda resultar, pero espero que el encuentro tenga como los buenos vinos, notas amorosas y de pasión, que de conversación y de buen humor seguro las tendrá.  
Muy femeninamente pensé: -Si se da el encuentro, ¿qué me voy a poner?-
Esta pregunta se vuelve imprescindible ahora, donde enseñar solo lo suficiente es la clave.

Así que me puse a revisar mi armario  y de las posibles prendas descubrí que algunas ya no me quedan, claro que mis tallas han ido aumentado un par de números y otras definitivamente funcionaron en su momento, pero ahora difícilmente me las pondría.

Los últimos encuentros amorosos fueron tan en confianza y tan poco planeados, que la adrenalina del instante, bastó para que no importara, como te agarraba la tormenta.

Pero hoy que con toda premeditación, buen ánimo y disposición, me gustaría estar oportunamente preparada para un encuentro amoroso,  resulta que no tengo nada apropiado.

Me declaro totalmente culpable ya que soy súper fan de las pijamas fachosas, (si es que se les puede llamar así) donde una playera o camiseta vieja, preferiblemente sin mangas y un short de algodón son la mejor pijama que puedo encontrar, que me permite movilidad durante la noche  y rondar por toda la casa con amplia desfachatez.

Con poco tiempo disponible y pensando erróneamente que sería una labor sencilla dispuse la mañana del sábado para estos enseres, ¡Craso error! Ha resultado una odisea increíble, encontrar algo que me agradara.

Decidí comprar dos artículos este fin de semana y el que pensé que sería sumamente complicado; una nueva cámara  más ligera, digital, fue mucho menos complicado -Señorita quiero una cámara  digital, ligera, con comandos manuales, con un buen lente, que grabe videos cortos y que tenga opciones de ajuste automático y manual-
La búsqueda fue rápida me mostraron cuatro o cinco marcas, las más famosas, con precios en el rango, estuve jugando un rato dejándome seducir por las  posibles fotos. Y tomé mi decisión.   En media hora tenia cámara nueva y feliz...

Entonces pensé que iba a ser mucho más fácil  el siguiente encargo, fui al departamento de lencería, me dije  -Veo algo que me guste y me regreso a casa a leer el periódico-
Aún no sabía que estaba totalmente equivocada.

El primer asombro es cuando se me ocurre preguntarle a la  vendedora, después de intentar ver algo por mi cuenta. -Señorita donde están los negligés-
Vi su cara de “What?, y entonces le dije -Los camisones largos o cortos-, y me contesto ah! Venga para acá.
Entonces sentí horror cuando vi una colección de colores pastel, rosados y azules, de telas entre franelas, algodones y dubetinas, adornadas con figuras desde snoopies, gatos gordos, maripositas y campanitas.
Al ver mi cara me dijo: ¿Busca algo en especial?
-Sí señorita algo bonito, sexy y seductor con telas de seda, satín, encajes, listones, colores atractivos para mí (y no de quinceañera)-.

Y me dice -Es que solo tenemos de este tipo- Creo que ni en mis tiempos de casada use esas pijamas tan de doña, mi ex y yo compartíamos la adicción por pijamas y short viejos, creo que verlo en franela hubiera matado cualquier atisbo de pasión en mi.

Le pregunté ¿En verdad es todo lo que tiene, no hay algo más alegre, más de mujer, más sensual, como para señoras como yo?

Entonces una acomedida ayudante dijo ¡ah! Tenemos unos babydolls, esa palabra si entendía, entonces me dirijo a ver los babydolls y no sabía si llorar o reírme a carcajadas.
Si a fetiches y lugares comunes nos referimos, esas prendas lo eran todo.
Rojos con lunares negros, liguero incluido, verde transparente con encajes negros, o con telas atigradas de mal gusto etc., claro que no iba a ponerme nada de eso. No, en el primer encuentro amoroso con un nuevo amante.

Me reí y la chica también se rió, -Señorita, se le hacen como para una señora así como yo-, y fue honesta: -No señora están medios corrientes o vulgares.- Jaja
Para no hacerla quedar mal, le dije -Digamos que muy exóticos, para lo que los necesito.-

Recordé hace ya varios ayeres cuando me iba a casar, que buscar ropa linda para la “noche de bodas” y el viaje de luna de miel, términos demás trillados, yo los renombraría indudablemente.
Busqué algo que fuera lindo, sexy y había muchísimos, elegantes, románticos, en todo tipo de telas (sedas, satines, gasas) y colores desde moderados hasta extremos, pero todos con diseños bellos y elegantes, seductores sin caer en la vulgaridad.

Pero, ¿adivinen qué? No había presupuesto para gastar tanto dinero en un negligé, entonces se compraba algo bonito y que no fuera costoso.

Me despedí de la chica, le di las gracias y dije, ¿qué pasa, es que ya nadie usa ropa sexy para dormir?
Y pensé que podría ser un claro reflejo, de las relaciones tipo fast-food (comida rápida) tan comunes ahora, donde se hace el amor (o más bien se tiene sexo) en cualquier lugar, donde caiga, con la ropa que se lleve, sin planeación, sin preparar el cuerpo, la mente y el corazón para estar disponibles y gozosos, donde estar medio alcoholizados, reemplaza a toda la seducción y el erotismo.

Entonces recorrí varias tiendas del centro comercial, y la historia se repetía ¿Negligé? Traducía: Quiero decir camisones sexys y bonitos y me mostraban un montón de prendas de algodón y franelas colores pasteles y todas tiernas y en el lado seductor seguían los fetiches.
Además las tallas eran como para adolescente.

Cero y van tres, lo que iba a ser una labor de veinte minutos, ya llevaba dos horas y varios traslados, recorrí varias tiendas y la misma historia.

Entonces mi memoria global, recordó la famosa tienda "Victoria's Secrets” y entendí el éxito del emporio, y  porque siempre que viajaba a USA se volvía imprescindible visitar una de ellas.

Una tienda, pensada para la lencería de mujeres de todas las edades, desde los 15 hasta los 90 años, desde los 35 kilos hasta los 100. Para todo tipo de actividades, para dormir en familia, para dormir en pareja, para seducir a alguien, para trabajar de noche, para todos los estilos y sabores.
En todos los colores, en todas las tallas, en miles de texturas, con modelos dramáticos, sensuales, vulgares, románticos, de “mizzies” (para aquellos de fijación con el manga oriental), para un hospital, para una noche de verano, para tener un bebe, para cuidarlo.

¿Cómo es que en una metrópoli como Guadalajara, no haya un lugar que pueda cubrir todas las necesidades? 
Soluciones disponibles, pues buscar catálogos en Internet, hacer un pedido y seguir enriqueciendo al emporio “de los secretos de Victoria”

¡Qué hábil el mercadólogo de  los secretos de Victoria! … Pensar en los secretos de Laura, Rosa, María, Camila, Ludmila y los miles de secretos que se pueden esconder en un negligé, baby doll, pijama, camisón, o bodys.

En fin, con el poco tiempo en puerta, no me quedaba más que seguir deambulando por los almacenes de mi ciudad y esperar que alguien tuviera compasión del las señoras y gorditas, sexys, elegantes, apasionadas y todavía muy vivas:
demasiado sensuales, para envolverse en un camisón de franela,
demasiado orgullosas, para desnudarse de repente, ante un nuevo amor,
demasiado apasionadas, para querer seducir y provocar mostrando solo lo mejor de sus cuerpos.
demasiado selectivas, para resignarse a parecer vulgares y corrientes sin necesidad.

Me autopreguntaba, que pensaran los diseñadores,  que las señoras como yo ya no tenemos relaciones, o amantes atractivos, será que en verdad después de los cuarenta solo ven tele.
Difícilmente me imagino tener un hombre en mi cama y usar toda la noche solo para ver la tele, por lo menos un momento intimo, digo para eso de dormir relajaditos.

Pensando en  revivir el Quinteto de Mogador, de Alberto Ruy Sánchez con todo el erotismo y sensualidad de sus cuentos.
Me pregunto dónde quedó el arte de seducir, el arte de ir descubriendo poco a poco el cuerpo del otro, ir  mostrando pequeñas partes del cuerpo para disfrutar poco a poco, donde el beso y la caricia se van posando brevemente, donde el encuentro requiere tiempo y paciencia, donde no hay prisa de ver un cuerpo desnudo.

Cuando lo que importa, es solo llegar al final sin saborear todo el proceso, se me figura como tener una buena copa de vino y zampártela, sin probarla, sin paladearla.
Se me asemejan a los famosos “shots de tequila” (coscorrones) donde no importa que sepa horrible, solo hasta el fondo para emborracharte rápido.

El arte del sexo es más que emborracharte
es ir disfrutando cada instante, cada centímetro de la piel del otro,
es ir reconociendo sabores y olores,
es ir probando texturas y ritmos.
es tener la libertad de cubrir y descubrir. Te enseño y me cubro, me desnudas y me vuelvo a vestir,
es esa atmósfera de pudor e impudor combinadas,
es jugar con la provocación,
es disfrutar el velo de misterio,
es el secreto de ver y no ver, de querer ver más
es provocar a la imaginación a crear lo que no ve en su totalidad.
es disfrutar cada etapa,
El culmen llegará indudablemente, pero los paseos por los jardines del erotismo, ya fueron gozados y compartidos.

Quizás de mis mejores encuentros amorosos han sido mitad vestida. Me permiten conservar parte del pudor, sobre todo esas primeras veces, donde la cotidianeidad aún no se instala. Disfrutable también, pero todo en su momento.

Epílogo-
El encuentro no se dio, pero curiosamente encontré un par de negligés muy sexys y elegantes, quedando en espera de un mejor ofertante.

domingo, 21 de octubre de 2012

2012 - Argentina - Buenos Aires en Primavera I





Estoy encantada, Buenos Aires tiene un no sé que, que siempre me hace sentir cómoda, fascinada.
Sus calles, sus jardines, su gente, su todo, su rock.

Amaneció muy soleado, pero por la tarde empezó a llover (chover… como dicen aquí).
A un mes de que inicio la primavera, todavía está un poco frío (15 -17°C) para mi apenas a gusto. Ayer durante el vuelo casi me rosticé, pero igual volteaba a ver a mis vecinos y todos con suéter. ¡No puede ser! Qué friolentos… o qué calurosa yo, cualquiera de los dos.

Me levanté tarde, finalmente, después de una semana frenética y pocas horas de sueño, hoy felizmente dormí casi hasta las 11:00 (las nueve en México). Y claro que el desayuno incluido, paso de noche, me fui a disfrutar un rico café a un Starbucks enfrente de plaza San Martín. Leer un poco el periódico y regresar al hotel.

Ayer fue interesante ver una boda aquí en el hotel, mientras cenaba contemplaba como pasaban todos los invitados realmente elegantes, y las chavas muy tapadas, en México las niñas se ven bellísimas con sus súper minis y enseñando sus brazos y algo más, aquí muy guapas pero muy tapadas para mi gusto. Los vestidos hermosos, llenos de encajes y dobles telas, vuelos y gasas, como que se está usando la moda muy romántica.
La boda era judía ortodoxa, quizás por eso tan tapadas… las Señoras ni que decir, más tapadas y enjoyadas.
Qué pensarían si ven una graduación o boda en México en pleno invierno y las chavas prefieren aguantarse al frío a taparse más… estilos y costumbres ¿será?

Si algo me divierte en BA son los taxistas, porque no te piden permiso para platicar, ellos empiezan y dale, igual si respondes o no siguen hablando.
El primero de hoy cortés, preguntado de donde era, platicando un poco de su familia, del día de la madre, de su primer nieto, y bueno no quiero dar coaching, estoy en descanso pero se da…
El segundo uno más joven y lanzado “mártir-frustrado” si existe esta definición, me contó que todas las argentinas eran unas “pone-cuernos” desde tierra de fuego hasta México, el argentino es un ser sufrido, trabajador de 16 hrs. al día, razón de que les pongan el cuerno tan fácil, en fin una tragedia bonaerense, y yo escuchando las creencias, los clichés, las generalizaciones, y él ni se imaginaba todas mis deducciones al instante.
Finalmente le dije pues -Hazte una novia, aunque te ponga el cuerno, ¡disfruta!- Jaja yo dando sugerencias. Y la replica fue directa  -Una argentina, No, no confío en ellas, ¡zas!  Y yo que tengo el consultorio cerrado por un par de días y que sigo escuchando semejantes dramas, cuando me bajé del taxi me dijo: voy a pasar diario a ver si te vuelvo a ver y te convenzo, yo me reí a carcajadas y me bajé diciéndole –bye, que tengas bonita anoche.- Gina ¿qué tenemos con los taxistas  del cono sur?

Como no hay nada que hacer me fui a un “Shopping”  a comer algo y ver. Lo que no hago en mi tierra lo hice aquí. Hoy es día de las madres en Argentina (3er Domingo de Octubre), así que todo estaba a reventar, pero también había ofertas y mares de gente, en mi calidad de observadora, me divierto viendo los estilos, la ropa, la gente.
Me dio gusto ver muchas señoras todas bien arregladas pero más sencillas, casi no se maquillan y el cabello muy al natural.
Aunque dije que no iba a comprar nada solo a ver, no pude resistir un libro nuevo que promete “Cisnes salvajes” de Jung Chung.
Trata de la vida de tres mujeres chinas desde la abuela hasta la nieta y refleja la historia de China a través de sus vidas. China… sigo aprendiendo a quererla, todavía el mundo oriental y yo no nos enamoramos, no sé si algún día se dé. Brasil a fuerza de la costumbre aprendí a quererlo.  Buenos Aires ni me esforcé, me enamoré de ti a primera vista, hace ya más de quince años.

Argentina es rock, me encanta, en la calle en los cafés, ves toda la facha de roqueros voluntarios o involuntariamente, el taxista enamorado parecía de una banda.  El rock se mama no cabe duda, aquí lo toman con mate y en la cuna.

Diego estaría fascinado, ayer hubo una mega-marcha (sí aquí también se dan) pero de “skatos”, reclamando su espacio, a través de la avenida 9 de Julio (mas de 10 carriles) hasta la plaza San Martín. Y para mi sorpresa la edad de los “skatos” y defensores de las patinetas ronda entre 20-30 años.
Un lujo… ver a todos los amantes de deslizarse.

Primer día que paso en la primavera argentina, delicioso Octubre.


jueves, 13 de septiembre de 2012

2012 - Salir en la foto

  
Salir en la foto

Es sábado,  me levanto temprano, quizás algo inusual en sábado, pero hay algo importante que quiero hacer.
Me doy una manita de gato, para salir en la foto literalmente.  Checo que mi blusa sea de un color liso según la única instrucción que recibí, y rápidamente me subo al carro, estudio que ruta es más rápida, ya voy un poco tarde, el parque Agua Azul queda algo lejos de casa, son las 8:10 AM y hay que estar a las 8:30 AM.

Vuelo como alma que lleva el Diablo -le piso- y llego 8:35 AM, me estaciono un par de cuadras lejos, atendiendo a la recomendación y ahora si córrele.

Llego al Agua Azul, se siente aún el sereno de la mañana, lo fresco, volteo a mi alrededor y veo una señora bien arreglada y pienso de seguro ella viene a lo mismo…
Ella también me mira y me pregunta: ¿Vienes a la foto?  Yo digo que sí.
Y entramos al parque, no hay boletera así que nos pasamos.

Haciendo algunos comentarios sobre el evento, y tu de donde lo conoces…. Pues yo de mi trabajo… pues yo, es amigo de mi esposo y seguimos caminando, vamos a la concha acústica y esta en construcción, entonces pensamos vamos a buscar otro lugar. Y vemos varias mujeres de todos colores corriendo y buscando el lugar pactado, todas, absolutamente todas,  portando una sonrisa en la cara, este evento es especial, como él es especial.

Hace como un mes, recibí un correo que me sorprendió, era una invitación a darle un regalo especial a un amigo, se trataba de tomarme una foto con él, así de simple y así de complejo.  No era una foto cualquiera,  en un lugar cualquiera, en un día cualquiera.
Cumplía su 56vo. Aniversario y quería tomarse una foto con 56 mujeres que fueran significativas en su vida.  Al principio me sentí confundida, después me sentí honrada de ser invitada a tan importante ocasión.  Me sonreí, esto era tan típico de él: Sorprenderme, pensar fuera de la caja “thinking out of the box”. Y en esta ocasión era acompañarlo a celebrarlo.
El regalo era solo eso, quizás 20 o 30 minutos de tu tiempo el sábado en la mañana y formar parte de su historia impresa en pixeles o en papel caolín. No pude resistirme, el aprecio era asegurado, pero una inmensa curiosidad también.
¿Sería posible que reuniera a esas 56 mujeres que quisieran tomarse la foto con él?
La duda me carcomía….

Llegamos y allí estaba él, diferente, vestido de traje para la ocasión, raro porque nunca lo vemos con traje, pero esta ocasión bien lo valía. Junto a él Marcela, muy guapa también, vestida para la ocasión y con un corazón ampliamente generoso, para recibirnos a todas.

Era otro foro, que está en el Agua Azul, después supe que se tuvieron que hacer varios arreglos previos para que se pudiera tomar la foto: permisos, ayuntamiento, hablar con los encargados del parque, convencer a la boletera que dejara abierta la puerta (el parque abre a las 10) y asegurar que iban a limpiar el lugar.
 El esfuerzo bien lo valió, el lugar estaba limpio, recién regado, aún se veían algunos charquitos que  aseguraban el esfuerzo por poner el lugar guapo, para recibir a tan atractivo contingente.

Y llegaba una, y llegaban de a dos y llegaba la quinta y así sucesivamente la 20, la 39, ya casi la 40…. Y se empezaba a llenar… si la íbamos a hacer,  parecía algo así como evento de Record Guiness, con cada arribo, una broma, una indicación no se hacia esperar, que córrele, que ya vas tarde etc.


Mientras, algunos fotógrafos aficionados acompañaban a nuestro fotógrafo oficial, que siempre tuvo una sonrisa y toda la paciencia para acomodarnos y hacernos salir bellas en la foto.

Encuentros con amigas que tenía muchos años que no veía, así como algunas que no conocía pero amigas por el hecho de ser mujeres y compartir el cariño por nuestro amigo que celebrábamos.

Y comenzaron las fotos, y éramos 40, … y entonces sucedió lo imprevisto, nos piden sostener algunas cartulinas con los nombres de las ausentes; aquellas mujeres que estaban lejos pero presentes y mas aún algunas en blanco para recordar también a aquellas que se fueron primero, entonces se logró 40 presentes más 15 representadas, ¡55!… la gran incógnita, ¿Faltaba una? Y el factor sorpresa … aparece la 56 siempre presente: Mónica Belluci… su amor eterno.

Éramos 40 físicamente, más el nombre de las ausentes y más las eternamente presentes.
 
Las risas y las preguntas provocativas de él, no se hicieron esperar -Oigan y se les pido que se tomen la foto desnudas ¿Quién participaría? Jajaja las carcajadas… y una aventada dijo -yo sí-  y viene la segunda: Bueno ¿con Body-paint? y varias levantamos la mano y la tercera: Bueno ¿y que tal con bikini? y ahí ya todas estábamos dispuestas a posar.

Aún no sé si la propuesta era en serio…. Pero sin duda fue un reto atreverte a pensarlo.
 
Fotos en grupo, fotos particulares, fotos para el recuerdo. Finalmente la foto estaba tomada, el evento terminando.  Y no quedó ahí, las mañanitas femeninas no se hicieron esperar… y el amigo se emociona y nos agradece y nos vuelve a sorprender.
El regalo fue recíproco, junto con su esposa e hijas prepararon un recuerdo para cada una, ¡Hermoso gesto!

La partida se empezó a dar, algunas tenían que volver, otras entrar al trabajo, algunas más se quedaron a cotorrear un poco, no sin antes pasar por la fila, dar el abrazo y agradecer el hermoso detalle preparado para nosotras.

Partí rápidamente,  le di un abrazo, un beso, y me fui nuevamente portando una sonrisa en mi cara, una sorpresa y muchas preguntas en mi mente.

El Agua Azul me despide fresco, hermoso, simplemente es un sábado diferente, un sábado que valió la pena estar.
Recordé “El que se  mueve no sale en la foto”, aquí había que moverse (de tu rutina) para salir en la foto.

Gracias Hugo por ser y estar aquí.



Días después, le pedí a Hugo que me platicara más sobre el evento He aquí la historia:

¿Como surge la idea?
Una noche tenía insomnio y me levanté, pensé: Ya voy a cumplir 56,  ¿Qué voy a hacer este año para celebrarlo?
Los últimos años, he tratado de hacer algo especial, algo que sea interesante y divertido.
Recordé el Parapente del año pasado, todo lo que me provocó: La sensación más parecida a volar como un pájaro
A mis 50, decidí correr el Maratón de Guadalajara, con todo lo que implicó llegar a la meta, quizás el último, pero no el menos feliz por haberlo logrado, con todo y  el desgarre en el muslo que me hice  pocas semanas antes.
Otros años fueron diferentes retos: que subir el Nevado por la ruta de la Jota, solo, otro año aventarme a recorrer el río en una llantada rumbo al mar, disfrutando la naturaleza en todo su esplendor.
Qué voy a hacer a mis 60, aún no lo sé, pero seguramente será algo divertido.

¿Cuál fue el criterio de selección para tus 56 participantes?
El primer pensamiento fue mis 56 amigos, pero empecé a contar y vi que eran muchos más, así que me decidí por las amigas. Primero pensé quienes pueden asistir, quien tiene más chance, algunas viajan mucho, otras tienen personas a su cuidado, otra es médico y me canceló de última hora, el caso es que mi lista original eran 68 más 15 letreros.
Después me doy cuenta, de que era una verdadera belleza tratar de juntar a todas.
También pensaba, quisiera que no se completaran físicamente para completar con los letreros de las ausentes. Al final todo salió bien reunimos el número esperado y las amigas ausentes también participaron.

Algunas de ellas cuando vieron su nombre en la foto, realmente se emocionaron.

¿Hay algo de ego en este proyecto?
Hugo se ríe, sabe que lo provoco. La inmediata respuesta fue no… pero lo pensó dos veces y corrige, quizás sí, en que sentido me satisface el ego, pues en poder hacer cosas diferentes a lo que la sociedad quiere que hagas.
Para mí es un reto demostrar que la relación entre hombres y mujeres puede ser diferente.

Estuvimos platicando como es difícil en esta sociedad aceptar que la amistad exista entre hombres y mujeres, y que hay hombres que sus únicas amigas son las amistades en común, las esposas de sus amigos.

Hugo me dice, en verdad no creo que muchos hombres puedan hacerlo… reunir 56 amigas mujeres. ¿Tu que crees?

Sonrío, me tengo que ir. Ahora lo entiendo mejor y compruebo porque él sí pudo reunir 56 mujeres.  Hugo ha aprendido a ser sensible, a mostrar su lado femenino sin temor, a ponerse en nuestros zapatos a veces y otras a confrontarte porque haces o dices tal cosa.
Porque no crees en ti.

Hugo Sierra el hombre más feminista que conozco.




 

 

sábado, 25 de agosto de 2012

2012 - Mi vida en los "camiones"




Los Primeros Camiones de la Alianza de Camioneros Jalisco 1945.
 
 Fuente fotos: http://www.guadalajararutastransporte.mex.tl/507330_Alianza-de-Camioneros-Origen.html
 
 

Ruta Rastro viejo, los Angeles – Belenes


Hablar del transporte  urbano o camiones, me resulta un tanto extraño en estos días, realmente ahora,  son muy pocas las ocasiones en que utilizo el transporte público como camiones o minibuses.

En mis recuerdos sin embargo, los camiones fueron actores principales, en los años de escuela: preparatoria y universidad y quizás otros más; hasta que pude comprarme mi primer auto, que fue un Volkswagen sedán, verde perico, pagado con aquellos planes de auto- financiamiento, ahora lejanos  pero muy utilizados en los 90s. Pagabas tres veces el valor del carro, pero si eras suertudo y te sacabas el sorteo, podías estrenar carro nuevo en un mes. Yo duré como un año y medio en sacar la rifa y poder estrenar.

 Autobús urbano de la Alianza de los Años 1974 hasta 1990
  
Las rutas de camiones más utilizadas por mí, eran las que me llevaban al núcleo del área del tecnológico, ya que estuve primero en la vocacional, que en los 80s se ubicaba en la esquina de Boulevard Tlaquepaque y Olímpica,  hoy creo que son algunas oficinas de la UDG, así como las áreas industriales que también se ubicaban en el mismo núcleo.

Las rutas que recuerdo eran las que tomabas en la calle de Progreso, ya que yo vivía por la colonia americana y había solo dos: Rastro viejo y Ángeles. La primera creo que era el número 60 y la segúnda el 62,  la ruta del rastro era larguísima y te llevaba casi una hora arribar al tecnológico, la de Ángeles que se iba por la central vieja, 5 de Febrero y Olímpica era mucho mas rápida.

Me atrevo a decir con lo que leo ahora, que fuera de pintar los camiones, cambiar los números y nombres a algunas unidades, el servicio era igual de terrible en mi época, como lo que comentan hoy los usuarios del transporte público. 
 
 Autobús de la Alianza de Camioneros Jalisco de los Años 1993 - 2009

En aquel entonces había las credenciales  de estudiante que te daba la FEG (rojas) y había boletos especiales de otro color, que costaban mitad de precio para estudiantes, no había para tercera edad ni tampoco trasvales.  En más de alguna ocasión, me aventaron el boleto a la cara y  el dinero al piso, por pagar con credencial, no faltó él que me dijo -Mejor te lo regalo, si tanta necesidad tienes- y me dejaba pasar con una carota. Lo bueno es que a los 17, entre que te asusta un poco el chofer gordo y feo, y te vale un poco lo que te digan, además de que  siempre hay la amiga o amigo que se ríe contigo, lo dejabas pasar.
Me pongo a pensar que le diría a un tipo arbitrario de estos, a mi edad de pocas pulgas.

Por lo que leo en el periódico, el servicio sigue igual. Qué diferencia a los autobuses que recientemente tomé en España e Italia, donde el chofer va en una cabina aislada, hay una máquina de monedas donde pagas tu pasaje y no hay ningún contacto con el chofer.
El cual asumo que tiene un buen salario, y no está peleando tiempos ni pasaje, su sueldo y su sindicato lo hacen respetable y a su vez respeta al pasajero.
Sabe que está dando un servicio público.

Volviendo al punto de los camiones, merece mencionar cuando ibas a “Belenes”. En aquel entonces, solo existía el edificio de Belenes ( lo que hoy es una prepa, no se que número), ni sus luces del CUCEA, ni otros centros que existen hoy.  Ir a ese lado del periférico era una aventura como ir a la barranca de Huentitán.
Cuando iba a la prepa se usaba algo, que se llamaba “Desarrollo de la comunidad” que básicamente era, un entrenamiento socialista que se nos daba en Belenes, consistía en horas de teoría y entrenamiento en materiales socialistas, con un sinfín de maestros chilenos, que en esa época pululaban en la UDG debido a los exiliados por la dictadura de Pinochet y que la universidad daba cabida en sus aulas, y algunas horas de actividades recreativas como artísticas y deportivas. Esto era durante cuatro semestres, el último año tenias que ir a hacer labor social a alguna comunidad o barrio pobre.

 Centro Vocacional de Actividades para el Desarrollo de la Comunidad belenes

Llegar a Belenes, era la aventura mas intrépida, si te decidías por el camión, solo había una ruta que pasaba en PedroLoza en el centro y había colas hasta de  cien personas, que nunca respetaban los estudiantes y terminaban todo mundo amontonándose en las puertas y aventándonos para poder subir. Si dicen que a los estudiantes, no les gusta estudiar o no aman la escuela, esta era prueba fehaciente de que no, poner en peligro tu vida para subir a un camión habla de tus ganas de estudiar. Esta ruta duraba casi dos horas en llegar a Belenes.

Entonces, nos quedaba otra opción más arriesgada:  “los bajes”. Esto era, que nos íbamos a la vocacional y un grupo de estudiantes y de la FEG, que íbamos los martes y viernes a Belenes, se paraban en Boulevard Tlaquepaque, enfrente de las áreas y de la Voca, paraban camiones y bien de buena manera o a la fuerza, se obligaba a los camiones a cambiar la ruta. Recuerdo que eran de esos rollos de tela, y giraban con una palanca hasta que decía  “especial” o “no en servicio” y algún chistoso traía alguno “a mi casa”  “con mi suegra” etc.. Entonces, nos íbamos una caravana de 4 o 5 camiones “de baje” ruta a Belenes.
Los chóferes  atemorizados, por esta horda de salvajes, ósea nosotros los estudiantes y los Fejosos, que algunos si tenían cara de malhechores, la verdad,  se veían sumisos y unos hasta se divertían, el chofer que se negaba, me tocó ver como lo bajaban y alguno que sabía manejar, tomaba el camión, pero estas eran las menos veces, si no eran tontos, la Alianza les iba a pagar la ruta si era baje.

Claro que éramos calificados de vándalos, la verdad nunca me sentí así, yo iba a estudiar y era la única forma de llegar a Belenes.

El regreso era más problemático, como los camiones ya sabían de los bajes, no se paraban por el área de Belenes, pero los estudiantes aguerridos se iban a otras colonias  como Tesistán y  Tabachines y traían a los camiones desde allá. También proliferaban los “rides” o aventones, y las caminatas de varios kilómetros hasta llegar a la Basílica de Zapopan donde ya había camiones. No había minibuses y solo unas cuantas rutas llegaban.

El basurero municipal, todavía estaba en operaciones, y no faltaba el arriesgado que pedía "ride" al camión de la basura y se iban colgados.

Aun sonrío, cuando recuerdo aquellos tiempos de ligereza y de falta de culpabilidad. El estudiante era sano, quería llegar y no importaba como.
Muchas éramos mujeres con libros en la mano, con trabajos, pinturas y mil cosas artísticas, la verdad la foto distaba mucho de parecer bárbaros.

El uso de camiones continuó por otros cinco años, cuando entré a Ingeniería en 1984, en el mismo núcleo del Tecnológico, mismas rutas y mismo servicio. Sólo cambiaron en mis últimos dos años, que nos cambiamos de casa y se complicó más, ya que vivía por la colonia Ladrón de Guevara y allí si, que no había rutas que me llevaran hasta allá. Tenía que tomar una “combi” tal cual, no eran minibuses, en López Mateos que siempre iban llenas,  te ibas parado por cuarenta minutos, en posición de sacrificio estilo vía crucis, hasta llegar a la de Olímpica. No había ipods, que te aligeraran la ruta y los Walkman, de la época eran caros y pesados.

El último año fue peor,  en cuestión de camiones, nos cambiamos por Plaza México y sólo pasaba el 37, que te llevaba al centro y ahí a caminar a Revolución para tomar otro.
Ya en esos años, había más compañeros con carro y negociabas, con quien te ibas o donde te podían recoger.

También ya empezaba a manejar y recuerdo que en el vocho rojo de mi mamá, que es como un hermano (es del ‘68’, armado en Alemania) y todavía existe, aunque ya se usa muy poco.
Nos daba transporte a diez, cuando salíamos de las prácticas a las 10:30 de la noche y ya no había camiones.  
Buenos recuerdos, diez en un vochito, todos felices, y todos cabíamos.




El último reto de camiones, llegó cuando entré a trabajar hace más de veinte años a IBM, y también era zona foránea, no como ahora que ya es considerada conurbana y ya pueden llegar camiones urbanos.  Tenía que tomar un camión a González Gallo que era de ida y vuelta  o  ir a la central vieja tomar un camión foráneo al Verde, que era el único que iba al Salto y me dejaba enfrente de IBM.


Esto fue mientras era becada, cuando me convertí en empleada, pude tomar las rutas de transporte de la compañía, que también fueron una experiencia singular. Los camiones eran de “lujo” para la época, camiones Panoramex, con asientos reclinables, algunos permanentemente, ya que por viejos no podían enderezarse, además que los vidrios no abrían y el aire acondicionado no funcionaba. En las mañanas eran una belleza, sobretodo en los meses de invierno, pero el regreso a las 5:00 de la tarde era lo mas parecido al infierno.
En la ruta que yo tomaba, ya vivía para ese entonces por el Tianguis del Sol, pasaba por Patria a las 7:15 AM  para llegar a las 8:30 a IBM. Lo más curioso era nuestro chofer por años, que era fanático de escuchar el noticiero de Chimely[1] en Radio Ranchito, así que te gustara o no oías la nota roja y noticias policíacas, todos los días, siempre cerrando con su singular frase: “El hombre es el arquitecto de su propio destino” qué hizo tan famosa sin ser su autor.[2]

Una habilidad que adquirí, viajando en camiones,  era la de dormitar por varios minutos o hasta una hora, y saber exactamente cuando ya ibas a llegar y despertarte. En los camiones urbanos, más de alguna vez me pase de mi bajada y no dudo que hasta baba y algún ronquido por allí haya dejado. Después en el camión de la compañía, era más fácil te dormías cálidamente y te despertabas al llegar al trabajo.
Una hora gratis de sueño era muy bienvenida.

Gracias a esta habilidad adquirida en esa época, no sabía aún, cuán útil iba a ser en mi vida laboral. Fueron decenas de vuelos, donde pude dormirme sin tantos protocolos, ya fuera cruzando el Pacifico, Atlántico o el Cono sur; doce, quince  y hasta veinte horas de vuelo, ahora pienso que los sobreviví, gracias a mis habilidades somníferas adquiridas en las rutas Rastro Viejo – Ángeles.



[1] Eduardo Chimely Chimely, en Radio Ranchito. Cuya voz al igual que la de muchos de sus compañeros, escribió la historia contemporánea de nuestra ciudad.
[2] José Ingenieros, fue un psiquiatra, criminalista y farmacéutico argentino (1877-1925).



martes, 10 de julio de 2012

2012 - La casa de Montenegro




Hablar de la casa de mi niñez, ha sido una zambullida en recuerdos muy agradables, cómicos y hasta sorprendentes. Es increíble cuánta información tengo archivada.
La casa está localizada en la calle de Montenegro en la Colonia Americana, Sector Juárez, así la conocíamos, era de una sola planta y  me parecía muy grande. Tenía una cochera en fila para 2 coches y un jardín al frente y patio trasero, comparada con las minicasas de hoy, sí era tamaño mediano, en el interior había una amplia sala y comedor, 3 habitaciones y una pequeña cocina que siempre nos alimentó,  además, como se usaba en esos tiempos  contaba con una pequeña habitación en el patio, para las muchachas del aseo. Así como un garaje que nunca se uso como tal,  “la cochera” que sirvió como cuarto de lavado, taller, guarda tiliches y zona autorizada de juegos.

Lo mas bonito de la casa eran sus plantas y árboles, siempre cuidados por mi mamá que ama las plantas. Al entrar a mano izquierda veías un jardín lleno de flores: rosales, azucenas y una azalea roja que  daba a una de las paredes del comedor, los árboles  eran un limón, de esos que dan limones grandes, amarillos y  jugosos y un mandarino, que hasta el día de hoy existe en la nueva casa de mis papas, cuando se cambiaron ya hace mas de 30 años, la condición de mi mamá fue si podía llevárselo, así que se pagó un servicio especial para migrar el árbol, que a propósito nunca ha dejado de dar mandarinas, aún hoy sigue dando. El limón se secó antes de movernos.
Había mucho pasto, testigo fiel de partidos de futbol y las carreras de los niños.

Era un lugar para las frecuentes comidas de domingo con los invitados y carne asada incluídos, así como fiestas infantiles y en esos años también fiestas de XV años de mis hermanas y míos. Ahora cuando paso y miro mi casa, veo la dimensión y realmente no es tan grande, pero a mí me parecía suficiente, nunca me hizo falta espacio ni libertad, hasta ahora sigo cuidando esos valores en mi interior.

A razón de este escrito,  la semana pasada pase por mi barrio y casa de antaño, me detuve y fue como ver un esqueleto, totalmente desolado, sin embargo una sensación de  bienestar apareció en mi pecho, era como una sensación agridulce, algo así como alegría y tristeza juntas. La casa tiene más de dos meses desocupada; la ultima habitante “Rosita” fue llevada por sus sobrinas a otro lugar, después de que su hermano otro anciano, falleciera hace dos meses.
En mi mente  veo a “Rosita”  y al  Doctor como algo especiales y gruñones, Rosita nos regañaba porque hacíamos ruido y gritábamos mucho cuando jugábamos en la calle. Ahora  a veces en mi casa actual yo me convierto en “Rosita” cuando salgo a poner orden, porque el ruido de los chiquillos no me deja leer o ver tele.  La veíamos viejita, caigo en cuenta que probablemente tendría mi edad en esa época, cuarenta y tantos. 

Son tantas anécdotas. Una de ellas era, cómo podíamos brincarnos por la ventana de la cocina, nuestras pequeñas cabezas cabían entre los barrotes de la ventana, esto era cuando se nos olvidaba la llave y no había nadie para abrirnos. Conforme fuimos creciendo las cabezas también, así hasta que solo el más pequeño podía aún pasar, después ya no se pudo. Mi mama cuenta que hasta ella lo intentó algunas veces, pero como en el último intento, casi se queda atorada, ya no volvió a suceder.

Estuve platicando con mis hermanos sobre cuales eran sus remembranzas, una de mis hermanas  recordaba patinar en calcetines en el pasillo donde estaban las recamaras, el piso era de mosaico, un poco rosado, no existían los pisos brillosos de hoy como Interceramic o Vitropisos, estos había que trapearlos muchas veces para sacarles brillo, en compensación, también se usaba tener muchacha para el aseo de tiempo completo, que inclusive vivían en la casa y eran parte de la familla. En un extremo de ese pasillo, había una repisa y una mesita “art deco” de los 70s, donde estaba un pesado teléfono negro, de los primeros que dio la compañía telefónica y eran holandeses, imposible durar mucho hablando con el peso de la bocina. En el extremo opuesto estaba una puerta de cristal “chinito” que se usaba para que no se viera de afuera hacia adentro, esta puerta llevaba al patio trasero, al cuarto de servicio, a la cochera y a la escalera  para subir a la azotea, lugar prohibido, pero preferido de juegos, -No se asomen- era la advertencia, creo que siempre nos asomábamos.

Me acuerdo  que el vidrio de arriba estaba roto y nunca se cambió, mi mamá decía que por seguridad por sí se escapaba el gas por ahí se fuera, me asombra su ingenuidad, como si una explosión de gas  se fuera a esperar a salir por el vidrio roto.

En las noches,  cuando es muy frecuente que los niños no quieren dormirse y se siguen riendo y jugando en la cama (pareciera que el duende de las cosquillas estuviera haciendo de las suyas), evoco cuando nos decía: -No se quieren dormir, pues no se duerman-, pero nos sacaba al patio. Al principio nos reíamos, pero luego, poco a poco las sombras de la noche te empezaban a generar miedos y empezaba uno a ver sombras, oír ruidos raros y todo lo que te puedes imaginar a esa edad. Entonces ya pedíamos clemencia, nos dejaban entrar y nos dormíamos de inmediato. La verdad no creo que duráramos mas de quince minutos en el patio.
Hoy me pregunto si este método funcionaría con los chavos de hoy, la verdad lo dudo.

Jugar a escondidas era una gran diversión, nos escondíamos en los cuartos y closets que eran de esos antiguos, como cuartitos pequeños, con poca luz, muchas repisas, tétricos y húmedos, no como los vestidores modernos de hoy en día, llenos de luz, así que los closets, debajo de las camas, debajo de las colchas, en los filos de las ventanas y parados hasta en las agarraderas de la puertas, eran sitios preferidos para escondernos. Razón de más que ninguna agarradera sobrevivió, era un misterio cómo se rompían.

Los juegos, los gritos, los desayunos, comidas y cenas en familia eran algo común.
Como mi papa era abogado y trabajaba por su cuenta podíamos comer con él todos los días, era el momento familiar por excelencia. Hoy sería difícil imaginar, que las familias se reúnan a comer  diariamente de  2:00 a 3:00 de la tarde,  también mi papá podía tomar una siesta antes de regresar a la oficina.

Ese tiempo de siesta era “sagrado” que respetábamos viendo la tele. Claro que era en blanco y negro de bulbos. La primera tele a color fue un gran acontecimiento familiar. Cuando les platico a mis sobrinos,  como era la tele de mi niñez, no pueden  creer que sólo había cuatro canales: el 2, el 4 con el Tío Carmelo, el 6 local, y el 9 local donde se transmitía el canal 5 del D.F. ni sus luces todavía, de TV Azteca y mucho menos cable o antenas parabólicas. Ellos no pueden entender como era eso, de que no había control remoto y que había que pararse para cambiar de canal la tele -¿En serio, Tía?, nos estas vacilando.- Así como la TV muchas cosas son ahora muy diferentes.


Los juegos en la calle eran el STOP, donde dibujabas un círculo con gis y lo partías como un pay, cada quien escogía un país  y ponías su nombre, luego alguien gritaba: -Declaro la guerra en contra de- y más valía que no fuera el tuyo, tenias que correr para no ser alcanzado, claro ejemplo que crecimos en época de la Guerra fría.  Algo parecido a los conflictos actuales en la ONU, ya nos iban entrenando. También se saltaba la cuerda,  había patines de fierro de cuatro ruedas, jugábamos matatena, y resorte. Mi hermano dice que ellos jugaban cebollitas, chinchilegua, el bote, canicas y demás juegos rudos. Además que lo que más le gustaba era explorar los baldíos, para ver que encontraban. En los 70s todavía había baldíos en la colonia americana, sobretodo en la zona que circundaba la Av. Tepic (Francisco Javier Gamboa), donde hoy esta el Bolerama Tapatío, todo eso eran baldíos. Les gustaba juntar de esas flores que se pegan y pican, para luego usarlas en las resorteras.
Los vecinos nos conocíamos y lo más normal era que los niños jugáramos en la calle, sin ningún temor o riesgo.

Las mascotas también eran muy importantes, nuestra primer perrita era Diana, una maltesa que llego cachorra y duro 15 años, casi era hermana. Después llego Bruno que era un callejero, color dorado que recogimos de una bolsa de plástico en la basura, tenía una semana o dos máximo, Bruno estaba medio loquillo, ya que probablemente le faltó oxigeno, se sentía pájaro ya que se subía a la barda como perico a ladrar y comía mandarinas. También recuerdo al Solovino un perro callejero, feo, con ganas, que era de todos y de nadie, nos acompañaba en los juegos callejeros.

En época de vacaciones se nos permitía jugar todo el día y mis hermanas y yo nos repartíamos las muñecas, trastes, ropita, sillitas y cada una hacia su casita, cuando terminábamos estábamos tan cansadas, que solo quedaba recoger, dice mi hermana que yo nunca quería recoger y siempre lloraba, como era la mas pequeña, pues me ayudaban. Hasta la fecha creo que prefiero pagar para que me ayuden.

Anécdota obligada es que mi papá siendo tan gourmet y trabajando en la Reforma Agraria, recibía toda suerte de regalos vivos y raros, y así fue como vimos  como la casa se volvía un rastro clandestino, hubo puercos, chivos, guajolotes, gallinas, conejos. Aún no comprendo como mi mamá se prestaba a cooperar en la matanza de los animales, la cocinada y como nos los podíamos comer después de semejante espectáculo.
Definitivamente eran entronas la mujeres de esa época, yo hubiera regresado al marido con todo y su chivo o puerco por la misma puerta.

Las comidas de los domingos  eran para satisfacer un montón de comensales y familiares que entre los “jaiboles” y la carne asada para más de treinta, dejaban a mis padres exhaustos, espero que por lo menos  se hayan divertido y echado algunos alipuces.
Mi familia siempre giró alrededor de la mesa, creo que aún hoy, cuando se puede, nos reunimos a comer los domingos, cumpleaños y por supuesto Navidad. En la moderna vida de hoy que todos trabajamos lejos de casa y que el tiempo es limitado y tráfico abundante, solo nos da opción a comer en la oficina, llevar algo  o quizás  visitar alguna fonda o puesto cercano al trabajo. Las comidas familiares solo se pueden hacer en fines de semana y ocasiones especiales.

Hay muchas anécdotas de la casa de Montenegro, quizás lo más importante fue el concepto de casa-familia, que representaba también el sentido de pertenencia y de ser.