sábado, 25 de agosto de 2012

2012 - Mi vida en los "camiones"




Los Primeros Camiones de la Alianza de Camioneros Jalisco 1945.
 
 Fuente fotos: http://www.guadalajararutastransporte.mex.tl/507330_Alianza-de-Camioneros-Origen.html
 
 

Ruta Rastro viejo, los Angeles – Belenes


Hablar del transporte  urbano o camiones, me resulta un tanto extraño en estos días, realmente ahora,  son muy pocas las ocasiones en que utilizo el transporte público como camiones o minibuses.

En mis recuerdos sin embargo, los camiones fueron actores principales, en los años de escuela: preparatoria y universidad y quizás otros más; hasta que pude comprarme mi primer auto, que fue un Volkswagen sedán, verde perico, pagado con aquellos planes de auto- financiamiento, ahora lejanos  pero muy utilizados en los 90s. Pagabas tres veces el valor del carro, pero si eras suertudo y te sacabas el sorteo, podías estrenar carro nuevo en un mes. Yo duré como un año y medio en sacar la rifa y poder estrenar.

 Autobús urbano de la Alianza de los Años 1974 hasta 1990
  
Las rutas de camiones más utilizadas por mí, eran las que me llevaban al núcleo del área del tecnológico, ya que estuve primero en la vocacional, que en los 80s se ubicaba en la esquina de Boulevard Tlaquepaque y Olímpica,  hoy creo que son algunas oficinas de la UDG, así como las áreas industriales que también se ubicaban en el mismo núcleo.

Las rutas que recuerdo eran las que tomabas en la calle de Progreso, ya que yo vivía por la colonia americana y había solo dos: Rastro viejo y Ángeles. La primera creo que era el número 60 y la segúnda el 62,  la ruta del rastro era larguísima y te llevaba casi una hora arribar al tecnológico, la de Ángeles que se iba por la central vieja, 5 de Febrero y Olímpica era mucho mas rápida.

Me atrevo a decir con lo que leo ahora, que fuera de pintar los camiones, cambiar los números y nombres a algunas unidades, el servicio era igual de terrible en mi época, como lo que comentan hoy los usuarios del transporte público. 
 
 Autobús de la Alianza de Camioneros Jalisco de los Años 1993 - 2009

En aquel entonces había las credenciales  de estudiante que te daba la FEG (rojas) y había boletos especiales de otro color, que costaban mitad de precio para estudiantes, no había para tercera edad ni tampoco trasvales.  En más de alguna ocasión, me aventaron el boleto a la cara y  el dinero al piso, por pagar con credencial, no faltó él que me dijo -Mejor te lo regalo, si tanta necesidad tienes- y me dejaba pasar con una carota. Lo bueno es que a los 17, entre que te asusta un poco el chofer gordo y feo, y te vale un poco lo que te digan, además de que  siempre hay la amiga o amigo que se ríe contigo, lo dejabas pasar.
Me pongo a pensar que le diría a un tipo arbitrario de estos, a mi edad de pocas pulgas.

Por lo que leo en el periódico, el servicio sigue igual. Qué diferencia a los autobuses que recientemente tomé en España e Italia, donde el chofer va en una cabina aislada, hay una máquina de monedas donde pagas tu pasaje y no hay ningún contacto con el chofer.
El cual asumo que tiene un buen salario, y no está peleando tiempos ni pasaje, su sueldo y su sindicato lo hacen respetable y a su vez respeta al pasajero.
Sabe que está dando un servicio público.

Volviendo al punto de los camiones, merece mencionar cuando ibas a “Belenes”. En aquel entonces, solo existía el edificio de Belenes ( lo que hoy es una prepa, no se que número), ni sus luces del CUCEA, ni otros centros que existen hoy.  Ir a ese lado del periférico era una aventura como ir a la barranca de Huentitán.
Cuando iba a la prepa se usaba algo, que se llamaba “Desarrollo de la comunidad” que básicamente era, un entrenamiento socialista que se nos daba en Belenes, consistía en horas de teoría y entrenamiento en materiales socialistas, con un sinfín de maestros chilenos, que en esa época pululaban en la UDG debido a los exiliados por la dictadura de Pinochet y que la universidad daba cabida en sus aulas, y algunas horas de actividades recreativas como artísticas y deportivas. Esto era durante cuatro semestres, el último año tenias que ir a hacer labor social a alguna comunidad o barrio pobre.

 Centro Vocacional de Actividades para el Desarrollo de la Comunidad belenes

Llegar a Belenes, era la aventura mas intrépida, si te decidías por el camión, solo había una ruta que pasaba en PedroLoza en el centro y había colas hasta de  cien personas, que nunca respetaban los estudiantes y terminaban todo mundo amontonándose en las puertas y aventándonos para poder subir. Si dicen que a los estudiantes, no les gusta estudiar o no aman la escuela, esta era prueba fehaciente de que no, poner en peligro tu vida para subir a un camión habla de tus ganas de estudiar. Esta ruta duraba casi dos horas en llegar a Belenes.

Entonces, nos quedaba otra opción más arriesgada:  “los bajes”. Esto era, que nos íbamos a la vocacional y un grupo de estudiantes y de la FEG, que íbamos los martes y viernes a Belenes, se paraban en Boulevard Tlaquepaque, enfrente de las áreas y de la Voca, paraban camiones y bien de buena manera o a la fuerza, se obligaba a los camiones a cambiar la ruta. Recuerdo que eran de esos rollos de tela, y giraban con una palanca hasta que decía  “especial” o “no en servicio” y algún chistoso traía alguno “a mi casa”  “con mi suegra” etc.. Entonces, nos íbamos una caravana de 4 o 5 camiones “de baje” ruta a Belenes.
Los chóferes  atemorizados, por esta horda de salvajes, ósea nosotros los estudiantes y los Fejosos, que algunos si tenían cara de malhechores, la verdad,  se veían sumisos y unos hasta se divertían, el chofer que se negaba, me tocó ver como lo bajaban y alguno que sabía manejar, tomaba el camión, pero estas eran las menos veces, si no eran tontos, la Alianza les iba a pagar la ruta si era baje.

Claro que éramos calificados de vándalos, la verdad nunca me sentí así, yo iba a estudiar y era la única forma de llegar a Belenes.

El regreso era más problemático, como los camiones ya sabían de los bajes, no se paraban por el área de Belenes, pero los estudiantes aguerridos se iban a otras colonias  como Tesistán y  Tabachines y traían a los camiones desde allá. También proliferaban los “rides” o aventones, y las caminatas de varios kilómetros hasta llegar a la Basílica de Zapopan donde ya había camiones. No había minibuses y solo unas cuantas rutas llegaban.

El basurero municipal, todavía estaba en operaciones, y no faltaba el arriesgado que pedía "ride" al camión de la basura y se iban colgados.

Aun sonrío, cuando recuerdo aquellos tiempos de ligereza y de falta de culpabilidad. El estudiante era sano, quería llegar y no importaba como.
Muchas éramos mujeres con libros en la mano, con trabajos, pinturas y mil cosas artísticas, la verdad la foto distaba mucho de parecer bárbaros.

El uso de camiones continuó por otros cinco años, cuando entré a Ingeniería en 1984, en el mismo núcleo del Tecnológico, mismas rutas y mismo servicio. Sólo cambiaron en mis últimos dos años, que nos cambiamos de casa y se complicó más, ya que vivía por la colonia Ladrón de Guevara y allí si, que no había rutas que me llevaran hasta allá. Tenía que tomar una “combi” tal cual, no eran minibuses, en López Mateos que siempre iban llenas,  te ibas parado por cuarenta minutos, en posición de sacrificio estilo vía crucis, hasta llegar a la de Olímpica. No había ipods, que te aligeraran la ruta y los Walkman, de la época eran caros y pesados.

El último año fue peor,  en cuestión de camiones, nos cambiamos por Plaza México y sólo pasaba el 37, que te llevaba al centro y ahí a caminar a Revolución para tomar otro.
Ya en esos años, había más compañeros con carro y negociabas, con quien te ibas o donde te podían recoger.

También ya empezaba a manejar y recuerdo que en el vocho rojo de mi mamá, que es como un hermano (es del ‘68’, armado en Alemania) y todavía existe, aunque ya se usa muy poco.
Nos daba transporte a diez, cuando salíamos de las prácticas a las 10:30 de la noche y ya no había camiones.  
Buenos recuerdos, diez en un vochito, todos felices, y todos cabíamos.




El último reto de camiones, llegó cuando entré a trabajar hace más de veinte años a IBM, y también era zona foránea, no como ahora que ya es considerada conurbana y ya pueden llegar camiones urbanos.  Tenía que tomar un camión a González Gallo que era de ida y vuelta  o  ir a la central vieja tomar un camión foráneo al Verde, que era el único que iba al Salto y me dejaba enfrente de IBM.


Esto fue mientras era becada, cuando me convertí en empleada, pude tomar las rutas de transporte de la compañía, que también fueron una experiencia singular. Los camiones eran de “lujo” para la época, camiones Panoramex, con asientos reclinables, algunos permanentemente, ya que por viejos no podían enderezarse, además que los vidrios no abrían y el aire acondicionado no funcionaba. En las mañanas eran una belleza, sobretodo en los meses de invierno, pero el regreso a las 5:00 de la tarde era lo mas parecido al infierno.
En la ruta que yo tomaba, ya vivía para ese entonces por el Tianguis del Sol, pasaba por Patria a las 7:15 AM  para llegar a las 8:30 a IBM. Lo más curioso era nuestro chofer por años, que era fanático de escuchar el noticiero de Chimely[1] en Radio Ranchito, así que te gustara o no oías la nota roja y noticias policíacas, todos los días, siempre cerrando con su singular frase: “El hombre es el arquitecto de su propio destino” qué hizo tan famosa sin ser su autor.[2]

Una habilidad que adquirí, viajando en camiones,  era la de dormitar por varios minutos o hasta una hora, y saber exactamente cuando ya ibas a llegar y despertarte. En los camiones urbanos, más de alguna vez me pase de mi bajada y no dudo que hasta baba y algún ronquido por allí haya dejado. Después en el camión de la compañía, era más fácil te dormías cálidamente y te despertabas al llegar al trabajo.
Una hora gratis de sueño era muy bienvenida.

Gracias a esta habilidad adquirida en esa época, no sabía aún, cuán útil iba a ser en mi vida laboral. Fueron decenas de vuelos, donde pude dormirme sin tantos protocolos, ya fuera cruzando el Pacifico, Atlántico o el Cono sur; doce, quince  y hasta veinte horas de vuelo, ahora pienso que los sobreviví, gracias a mis habilidades somníferas adquiridas en las rutas Rastro Viejo – Ángeles.



[1] Eduardo Chimely Chimely, en Radio Ranchito. Cuya voz al igual que la de muchos de sus compañeros, escribió la historia contemporánea de nuestra ciudad.
[2] José Ingenieros, fue un psiquiatra, criminalista y farmacéutico argentino (1877-1925).



4 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Que tiempos tan lejanos pero hubo de todo,sin embargo olvidaste mencionar a mis preciosas combis moreliasextrems...Ji.Ji. Nena

Anónimo dijo...

Uy, cómo olvidar mis tiempos de los camiones, fue mi medio de transporte por más de doce años. J.L.

Anónimo dijo...

Eres fantástica, me llevaste a nuestras épocas de estudiantes y sentí hasta los aromas y emociones encontradas que tenía al viajar en camión, me traen gratos recuerdos los "bajes" en los que participé con singular alegría. en fin, todo un sueño.. Donatien

Hugo Sierra dijo...

Estimada Claudia .....
realmente es una delicia leer tus escritos , tus crónicas ...aqui Marce y yo estabamos riendo juntos recordando todas esas aventuras que como vulgares peatones vivimos a la par tuyo ..

Y bueno ..de que platicariamos hoy en dia sin esas raras experiencias !!???? jajaaaj un fuerte y afectuoso abrazo ... felicidades por tu talento de escritora !!!me encanta !!