sábado, 5 de junio de 2010

2010 - Una visita al Olimpo





Una visita al Olimpo
«El puro ayuda a pensar»
Alejandro Robaina, el rey del Habano

Últimamente he descubierto el placer de un puro, mis remembranzas de fumadora empedernida, se deleitan ahora con un puro de vez en cuando. Y pienso: ¿qué es lo que me atrae de un puro? Es la carga directa de nicotina en mi lengua, tantos años absorbida y ahora muchos más en abstinencia, puede ser que mi lengua goce del sabor del tabaco y la calma subsecuente que le brinda, o es acaso mi subconsciente anhelo de probar un falo, donde el puro es muy similar en forma.
Siempre existirá el deseo oculto de ser lo que no se puede, en mi caso: el saber que se siente ser varón aunque todo mi ser se proclame mujer.
El puro podría ser un objeto altamente identificado como masculino de ahí la posibilidad de utilizarlo como un objeto para jugar un poco con este rol: deseo de ser varón no por preferencias sexuales muy respetables, sino por decir sí al derecho de ser niño, a dejar ser por unos minutos al hombre, implicando el poder, el control, el autodominio. Y quizás es al fumar un puro que permito que mi lado femenino, “ying”, pasivo, se relaje y se sienta protegido, es cuando dejo en libertad a mi niña para que juegue, porque se siente segura al tener al varón tomando el control. Sin meternos en honduras de teorías tales como el inconsciente sexual de Freud o de los arquetipos de Jung o la igualdad de la mujer. Todo este ir y devenir del cuestionamiento de los roles queda de lado, cuando realmente enciendo un puro y doy la primera bocanada tan sólo por el placer de hacerlo. Realmente lo saboreo.

No sé qué fuerzas ocultas o ni tan ocultas contiene un puro. Lo que sí puedo afirmar es que es un gozo fumarme un puro. Su olor es intenso, podría pensarse hasta desagradable, impone distancia. El puro es difícil de saborear, no es como el cigarrillo que al inhalar y dar el golpe sientes todo el humo en tu ser, en el puro sólo pruebas. Dejas que tu lengua y tu nariz penetren en el sabor del tabaco y a cada inhalación vas descubriendo sus secretos.

Siento algo de arrogancia y atrevimiento al fumarme un puro. Se dice que muchos fumadores de cigarros se consideran a sí mismos como conocedores de cigarros, algo parecido a los expertos en el vino. Estos fumadores pueden ver los cigarros como un lujo que refleja estatus y éxito. De aquí la idea del glamour que da fumar puros a algunos personajes poderosos o famosos cumpliría el mismo efecto. Los estereotipos que se formaron alrededor de los fumadores de pipa se difundió más gracias al cine.

También el costo de los puros es alto comparado con los cigarrillos normales, mientras que una cajetilla de éstos oscila entre los 30-40 pesos, el costo de un puro varía desde los muy económicos a 50 pesos hasta miles de pesos.

¿Qué significa fumar un puro? Es acaso símbolo de masculinidad, poder, uso exclusivo de varones, quizás aquí mi ser anarquista e irreverente es donde goza: romper las reglas. Casi puedo oír en mis tímpanos retumbar: -Los puros son para hombres- Puede que ahí esté el atractivo, y ¿por qué yo no?

Viene a mi mente la imagen de famosos fumadores de puro y los iconos que han creado en torno a su imagen: Ernesto “Che” Guevara, Fidel Castro, Napoleón Bonaparte, Abraham Lincoln, Winston Churchill, Enrico Caruso, García Márquez, Luciano Pavarotti y muchos más, refiriendo a todo tipo de vocaciones: estadistas, generales, revolucionarios, investigadores, científicos, artistas, escritores, Cabrera Infante rinde homenaje a su único vicio en su novela: Puro Humo.
O como nos cuenta Michel Porcheron: Fumar un «tabaco» era el único vicio confesado del comandante Ernesto Che Guevara, asmático desde los dos años, viviendo con ese peligro constante y sin embargo convencido de que el humo del habano «expulsaría al dragón adormilado en su pecho».

De mujeres que recordamos por su gusto excéntrico de fumar puros hay algunas muy famosas como: Marlene Dietrich, Sara Montiel, Linda Evangelista, Sara García, Patricia Reyes Espíndola, y Por supuesto Frida Kahlo y María Félix .
Ahora recuerdo haber visto la expresión de María Félix con un puro en su mano, y la demostración de poder y satisfacción en su rostro.
Irónicamente los torcedores de tabaco tradicionalmente son mujeres. En alguna ocasión se le preguntó a Alejandro Robaina[i] :¿Por qué la mano de obra es habitualmente femenina?
-Por la suavidad de su mano y por lo selecta que es para hacer un puro. Sus dedos son los mejores para torcer el tabaco.

Volviendo a la reflexión inicial, quizás fumar un puro es mi forma de rebelarme a lo impuesto, a lo tradicional, “sólo los hombres fuman puros”, aunque como todos los cartabones estas reglas cada día cambian y se rompen. Pensándolo bien, no sólo por rebelión me atrae un puro también en los momentos más sensibles o gozosos es cuando un puro me apetece.

¿Por qué cuando necesito ganar confianza o sentirme segura, un puro hace las veces de protector?
Es una fuerza más profunda la que surge, cuando todo mi ser es tan vulnerable, hay una parte que quiere recobrar fuerza y seguridad, es cuando unas bocanadas de humo me hacen estabilizar el balance masculino-femenino, fuerza-debilidad, actividad- pasividad, ying-yang, etcétera. Es como si pensara si puedo fumarme un puro, no es tan malo. No creo que la pura nicotina tenga todo este efecto de hacerme sentir protegida, fuerte y segura, quizás sea el hecho de poder romper con las estructuras de lo tradicional de lo impuesto por los canones sociales.

Me encantaría algún día ir a un club de puros y sentarme cómodamente, muy bien arreglada para que la entrada no sea tan complicada, luciendo como una dama, no es algo que se quiera negar, por el contrario se desea resaltar la propia femineidad en esos momentos y aún así pedir un puro, encenderlo y simplemente subir al Olimpo y ver a los mortales varones o Dioses (se autoproclaman) sorprendidos, escandalizados y queriendo bajarme de ahí.
Diez minutos serán suficientes para esta coronación, no más, habré saboreado mi puro, bajaré del estrado
dejaré el cenicero en la mesa y sonreiré a todos los del club, perdón, Olimpo. Saldré contenta, oliendo a tabaco y con fuerza suficiente para volver a derramar lagrimas si fuera necesario.
¿Sabrán “Vegas Robaina”, “Montecristo”, o los “Te amo” o “Puros Veracruz”, que contribuyeron a la emancipación de una fémina? No creo, pero es real.




[i] Alejandro Robaina, el tabaquero más representativo de Cuba, quien, a sus 86 años, sigue al pie del cañón en su finca de «El Pinar», en San Luis; es decir, al pie de sus plantaciones, cuidando y mimando las plantas de la solanácea como a la niña de sus ojos. Robaina heredó está plantación de su padre, y éste de su abuelo, un canario emigrante a Cuba que se ganó la vida desde 1845 haciendo puros. Aquel esfuerzo y aquellos puros están reconocidos en el mundo entero, y hoy Alejandro Robaina tiene el privilegio de ser el único cubano vivo que da nombre a una marca de tabaco, y, a juicio de los entendidos, el mejor productor del mundo. ABC.es, Carmen Fuerntes 26-6-2006
http://www.abc.es/hemeroteca/historico-24-06-2006/abc/Sabados/alejandro-robaina-el-rey-del-habanoel-puro-ayuda-a-pensar_1422155643990.html#
Alejandro Robaina, falleció el pasado 18 de Abril a la edad de 91 años.

1 comentario:

Hugo Sierra dijo...

Estimada Claudia ,
A mi me ha encantado tu ensayo !! creo que es muy interesante e invita a la reflexión . Te felicito !!!
Yo nunca he fumado pero a través de tu composición puedo apreciar con claridad tu punto de vista . Y yo opinaria que curiosamente entre los hombres seguramente habrá alguna acción o conducta que es equivalente a lo que aqui has descrito y que les permite a los hombres experimentar un espacio típico de las mujeres . Muchos Saludos!!